Si analizamos quienes han protagonizado el movimiento pacifista del 15-M veremos diferentes perfiles que han confluido. El primero de todos y, quizá, el más “veterano” es aquel compuesto por personas que desde hace unos meses estaban llevando campañas en contra de hechos puntuales desde diferentes medios de Internet. Aquí nos podemos encontrar a gente que iniciaron el movimiento de #nolesvotes el cual reclamaba, a raíz de la llamada ley Sinde, no votar a los partidos mayoritarios que habían apoyado dicha ley (PP, PSOE y CíU). Favorecían, en todo caso, la libertad de información y votar (o no) a otros partidos. Otro movimiento similar que estaría detrás de los orígenes del movimiento es el conocido como ¡Democracia Real Ya!, el cual no se sabe muy bien de donde surgió, aunque todo hace indicar que partidos a la izquierda del PSOE y sus marcas autonómicas como el PSC serían los que lo integrarían. En este caso concreto también existen teorías de la “conspiración” que los vinculan a oscuros intereses de la derecha. En cualquier caso, tanto  #nolesvotes  cómo ¡Democracia Real Ya! confluyeron en objetivos en plena campaña electoral. Una manifestación multitudinaria en Madrid, ocupación de la Plaza del Sol, posteriores cargas policiales y nueva reocupación fue el motor que empujó a crear la conocida acampada de la Puerta del Sol.

A partir de las primeras manifestaciones públicas y del inicio de las acampadas, las cuales se reprodujeron rápidamente por toda la geografía peninsular acompañadas por diferentes acciones internacionales de solidaridad, se sumaron a este movimiento la gente politizada de los llamados “Movimientos Sociales” (anarquistas, esquerra independentista, gente de asociaciones diversas, comunistas de micropartido o sin partido, Casals, etc), casi siempre a título individual y sin ir con las siglas de su organización por delante, igualmente, por lo que he podido ver en la acampada de mi ciudad, Sabadell, también se han sumado personas vinculadas a partidos integrados en el Sistema  pero minoritarios, tales como ERC o Iniciativa per Catalunya-Verda y, en este caso local, Entesa per Sabadell (y, si se prefiere, también la CUP).

En cualquier caso lo positivo de todo esto, pese a los peligros obvios, ha sido la simpatía de gran parte de la población y la suma a las acampadas de personas “anónimas” descontentas con la situación actual. También han sido importantes para el encuentro en la calle de personas con deseos de mejorar su realidad e, igualmente, ha sido interesante para ver el mitificado sistema asambleario en acción. Las acampadas deben de ser vistas con simpatías y las críticas que a continuación enumeraré no han de ser tenidas en cuenta como la visión de alguien que las mira desde fuera y las critica en base a prejuicios, más bien de alguien que las ha visto desde dentro, intentó mostrar sus planteamientos pero que comprobó que dentro de ese medio era una minoría y sus propuestas, en pos de la tan cacareada “unidad”, fueron descartadas o relegadas a la opinión de una minoría (aunque a veces más importante de lo que pensamos):

–         Las acampadas han fracasado parcialmente en su objetivo de romper el bipartidismo. El sistema electoral sabemos cómo es, tendente a crear un bipartidismo con algún que otro partido de comparsa. Parte de la gente que ha participado en las acampadas pedía el voto para partidos minoritarios. Después de las elecciones vemos como en Catalunya, por ejemplo, la abstención ha continuado cercana al 50%, y, si bien es cierto que han aumentado los partidos representados en las poblaciones, también es cierto que el descalabro del PSOE ha hecho aumentar los votos de la derecha (CíU, PP y PxC) y que los partidos de izquierda, pese a un cierto repunte de IC-V, han quedado muy fraccionados. En definitiva, el no votar a los partidos grandes no ha valido para nada positivo. El seguimiento ha sido bastante marginal y la mayor parte de la población, de manera inteligente bajo mi punto de vista, ha decidido no participar en la tragicomedia electoral, lo único que se ha fragmentado, para alegría de la derecha, ha sido la llamada “izquierda”.

–         Las propuestas partidistas han estado y están a la orden del día. Pese a ser un movimiento contrario a partidos y sindicatos, a veces parece que en el fondo sea una marca blanca o una mera correa de transmisión de los intereses de partidos en horas bajas o, lo que puede ser peor, el germen de un futuro partido (visibles gracias a la aparición de algunas caras –o jetas- en los Mass Media como “interlocutores”/”representantes” o por el control de las mismas del micro y las palabras en asambleas demasiado multitudinarias). Igualmente, pocos días antes de las elecciones, el Secretario General de Izquierda Unida afirmaba que su partido, una vez pasados los comicios, intentaría ser portavoz de las propuestas de las acampadas. El PSC, en plena crisis interna, afirmaba que su partido debería recoger las aspiraciones del movimiento, en definitiva, todo el arco electoral y, si me apuntan, sindical-amarillista, ha intentado sacar tajada a este movimiento. La mayor parte de las personas en las asambleas, cuando se daban cuenta de la naturaleza de algunas propuestas (muchas recogidas en los “programas electorales” de los diferentes partidos o sindicatos) las rechazaba de pleno, pero poco a poco algunas han calado, si tenemos en consideración las propuestas que finalmente van surgiendo en las diferentes asambleas, nos podemos dar cuenta que van encaminadas siempre a la “regeneración” democrática, en el sentido de ampliar el peso político de marcas electorales de segunda o tercera categoría y limar asperezas del neoliberalismo. Si en algo ha fallado este movimiento, bajo mi punto de vista, ha sido por la falta de propuestas encaminadas a nuevas vías de auto-organización y la tendencia a crear propuestas peticionarias fácilmente recuperables por partidos políticos de izquierdas, pero, al fin y al cabo, liberal-capitalistas.

–         El dogma ciudadano-pacifista. Años de mitificación de la desobediencia civil por gran parte de los llamados movimientos sociales, la crítica superficial a los Mass Media pero, a la vez, el patetismo ético de hacer ruedas de prensa para ellos, la creencia que la autodefensa es una forma de violencia ilegítima o la consideración de la policía y otros cuerpos como ciudadanos/as, han creado un dogma de difícil solución. El movimiento está quedándose reducido a un grupo muy numeroso de gente que cree que cambiará su situación mediante métodos no-violentos. Sin entrar en mitos baratos sobre la violencia política, y sin menospreciar la fuerza de técnicas y estrategias pacíficas, sí que es cierto que si tenemos en consideración la estructura jerárquica de nuestra sociedad, pensar que con una lucha únicamente pacífica se transformará radicalmente la situación es un acto de ingenuidad máxima. Evidentemente, detrás de esta mitificación de la no violencia, bien difundida por el propio sistema y por partiduchos y organizaciones a veces más cercanas a la secta religiosa que a otra cosa, existe el interés de “recuperación” del movimiento: iniciativas legislativas populares, “label” hacia ciertas organizaciones políticas, Manis-fiestas para  bajar la rabia, discurso ideológico fundado en “derechos y deberes” de los/as ciudadanos, y todo ese discurso creado por el liberalismo encaminado a crear una paz social infinita en el tiempo. En definitiva, con la utilización en exclusiva de métodos pacifistas y ejerciendo el rol de masocas de los golpes de porra, esta lucha quedará más temprano que tarde, si las cosas no cambian, integrada en los mecanismos oficiales de queja que, como muchxs sabemos, de poco suelen servir. El movimiento, hay que reconocerlo, es una revuelta para reformar lo existente, las propuestas revolucionarias o, si se quiere, autogestionarias han caído en saco roto, aceptémoslo así, quizá, en el futuro, nuestras propuestas tendrán más seguimiento social… Como bien me comentó en tono jocoso un amigo sobre las acampadas: “todos y todas  empezamos siendo unos pacifistas y demócratas bienpensantes, tiempo al tiempo”.

 

Mientras tanto, desde un posicionamiento crítico con los dogmas, creo que la CNT, por suerte sin ánimos de controlar este movimiento, mediante la participación de afiliados/as a título individual ha dejado claro que tiene propuestas válidas para crear una sociedad autogestionaria y no reformista y que, a la vez, puede ser una herramienta correcta para mejorar la situación material actual. Sin excesos, pero sin pausas, nuestro sindicato [SOV Sabadell] a raíz de las acampadas a crecido en afiliación y activismo, aspecto que consideramos positivo. Frente a las acampadas, la opinión mayoritaria de la gente que conforma el sindicato, es de cierto escepticismo o desilusión frente a las propuestas reformistas, pero también preferimos ver gente en la calle luchando, en el fondo, por un mundo mejor que sentada en sus sofás viendo bazofia televisada y, en esto, todxs estamos de acuerdo.

Quizá en un futuro, con el paso de los meses, veamos las verdaderas reflexiones del conjunto, pero creo que para las luchas antiautoritarias vendría bien algo más de unidad, tanto de la CNT-AIT como del sector de Joaquín Costa, así como de todxs aquellos que se reclaman anarquistas, autónomxs revolucionarixs y “ciudadanxs” cabreados poco permeables a tener esperanzas en este sistema (y creo que de este tipo hay bastantes). ¿Sería posible hoy en día crear un movimiento disidente potente y unido en su diversidad? Creo que sí, y quizá la CNT pueda ser una pieza importante de ese escenario, junto a Ateneos, grupos de afinidad, asociaciones y organizaciones afines.

F.F.G.

CC 402233

CNT-AIT, SOV Sabadell