Parece ser que detrás de las detenciones que ayer (y hoy) se han producido en diferentes poblaciones catalanas a instancias de la Audiencia Nacional está la organización de extrema derecha Manos Limpias, tal y como se puede apreciar en  una nota de prensa en la que se argumentan la presentación de una querella tras los leves incidentes (pero magnificados por los Mass Media) en el Parlament de Catalunya hace escasos meses. Sin duda Manos Limpias ha hecho el papel que, históricamente, han jugado las organizaciones de extrema derecha para la perpetuación del orden social (capitalista) establecido: hacer el juego sucio o servir de tontos útiles para el beneficio y disfrute de quienes viven de la sopa boba y el privilegio.

No dudo que a quien más beneficia este tipo de querellas es a la clase política obtusa y opaca existente. Y el momento escogido, bajo mi punto de vista, de cierta bajada en la capacidad de convocatoria del llamado 15-M  -quizá por el, a veces, cansino bombardeo mediático, la dispersión y no conexión de las luchas sociales (despidos, recortes en diferentes ramos de la administración, etc), la tibiedad y moderación de fondo del mismo movimiento o, quién sabe por qué…-, ha resultado ser el más adecuado ante el panorama de unas próximas elecciones que ofrecen un triste panorama: el falso juego dialéctico entre PP y PSOE (dos caras de la misma moneda: el neoliberalismo) y el revoleteo adyacente de sus comparsas: comunistas pro-moderación social a la caza del voto pro-15 M -véase Iniciativa, Izquierda Unida o Equo-, nacionalistas carcatólicos (CiU, PNV…) y otras fuerzas minoritarias que tampoco sirven para paliar el predominio capitalista salvaje (o quizá racional…) imperante.

Es triste ver como, en una de las mayores crisis sociales de las últimas décadas, el virus del pensamiento democrático insuflado durante años hace que aún muchxs crean que votando podamos cambiar algo, o que siguiendo las instrucciones del liberado sindical vendido a la patronal/administración la situación pueda mejorar, o que con flashmovs (o como se llamen), entrega de claveles y rosas a la chusma uniformada o cualquier otro tipo de actividad similar, sin duda quizá divertida y apta para ciertos espacios de ocio, se consiga que quienes nos gobiernan (políticos, gran capital e instituciones afines -por ejemplo la Iglesia-) dejen de explotarnos y se apiaden de nosotrxs. Triste, no lo dudo, pero hay que ser, pese a todo, optimistas. Detrás de estas detenciones, sin duda vergonzosas, hay familiares, amigxs y conocidxs que verán que las cosas no funcionan bien, al igual que detrás de las penosas actuaciones de las cúpulas sindicales comiteriles y de despacho anda muchx sinvergüenza suelto, o que detrás de cada promesa incumplida de un político existe la decepción, como mínimo, de unxs cuantxs cientos de votantes. El coste político-social de la crisis y la actuación de sus verdaderos responsables sólo podrá acarrear la radicalización de los conflictos, tarde o temprano, con toda seguridad.

Qué nos queda entonces: acelerar ese cabreo y buscar salidas a este Sistema que día a día se gana a pulso nuestra desconfianza. Hoy, más que nunca, es necesaria una revolución. Una revolución quizá dispersa en fuerzas y sin vanguardias revolucionarias (por mi perfecto), y que empezará en el preciso instante en que la pantomima electoral sólo consiga los votos de los más inútiles mentales y de quienes viven del cuento, en cuanto la clase trabajadora, tras un ERE o deslocalización diga que ellxs se quedan con la empresa, que la ocupan y que el empresariado se esfume de su vista, cuando lxs usuarixs de la sanidad pública, en cuanto les pidan un sólo euro, monten en cólera y la líen como la dignidad humana demanda, en defintiva, cuando la gente diga, pero de verdad, basta, entonces las denuncias de gentuza como Manos Limpias no darán pie a ningún artículo de opinión y el miedo, quizá con suerte, cambie de bando…

¡La revolución social es inevitable!

CC. 402233