Mural del local de la CNT de Sabadell.


La miliciana se llamaba Anita
Teresa Sesé

Extret de la Vanguardia. Clica aquí per veure la notícia original.

Sale a la luz la identidad de la protagonista de la célebre foto de Antoni Campañà, icono del anarquismo en toda Europa

En el verano de 1936, una joven miliciana despliega, alegre y confiada, una bandera rojinegra de la CNT-FAI en una barricada levantada en la calle Hospital junto a la Rambla, con la Casa dels Paraigües al fondo. Aquella imagen, símbolo del alma revolucionaria y de las esperanzas del pueblo en armas, se convirtió en uno de los iconos de la guerra civil española más difundidos en todo el mundo, reproducida en postales, revistas e incluso camisetas para perros o cascos de moto, aunque no se supo quién era su autor, Antoni Campañà, hasta que uno de sus nietos la encontró en el 2018 en el garaje de su casa dentro de una caja roja que el fotógrafo había ocultado por miedo a la represión de las autoridades franquistas. Primer misterio resuelto. Pero ¿quién era aquella libertaria sonriente y confiada?

Cuando hace dos años el matrimonio francés formado por François y Liliane Gomez vieron la imagen desplegada en la fachada del MNAC anunciando la exposición, no lo dudaron ni un segundo. “¡Pero si es la tía abuela Anita!”. Anita era el nombre familiar de Ana Garbín Alonso, una mujer libre y libertaria que había trabajado como dependienta en El Corte Inglés y que, en el momento de la foto, tenía 21 años, estaba divorciada de su primer marido, tenía una hija, Liberty, de tres años, y mantenía una apasionada relación con un oficial del ejército republicano que tenía una segunda familia en Francia. Vivían cerca del paseo de Gràcia.

Diferentes tomas de la fotografía tomada en una barricada de la calle Hospital con Rambla Antoni Campañà

Nacida en Almería en 1915, había llegado a Barcelona con cinco años y era la mayor de los seis hijos (cuatro niñas y un niño) de Manuel Garbín Ibáñez, un anarquista militante que se había unido a la CNT en 1921 y trabajaba en ferrocarriles, y de Grabriela Alonso Martínez, que regentaba una tienda de frutería y aves de corral en el domicilio donde vivían en la plaza de Sant Agustí Vell, en el barrio de la Ribera. 

Anita Garbín, montada en una motocicleta Archivo familiar

“Su compromiso está totalmente ligado al de sus padres. Creció en un ambiente de militancia anarquista y ella mantuvo sus ideales hasta el final”, recuerdan su hijo pequeño, Joseph Lumbreras, Pepito, y su sobrino Alain Solans, que en su exilio francés la recuerdan cocinando paellas y escuchando discos de Antonio Molina, Juanito Valderrama, Joselito, Luis Mariano, Lola Flores, El Niño de Murcia o Manolo Escobar. Nunca quiso regresar a Barcelona. “Su compromiso político anuló cualquier deseo de regresar a un país gobernado por fascistas”, señalan. Murió en 1977 en Béziers y, como buena creyente, su tumba está presidida por una cruz.  

“La imagen icónica del anarquismo ibérico fue tomada por un católico y su protagonista era creyente”

En 1937, un año después de que Campañà la retratara, Anita, que había visto ya morir a su segunda hija, Harmonia, dio a luz a Floréal Pérez. “No podía amamantarla y se encargó de ello su madre, Gabriela, que acababa de tener a Amapola”, recuerdan su hijo y su sobrino, que relatan que Anita estuvo involucrada en la política desde los 18 años y que en la defensa de Barcelona participaron también sus hermanas Carmen y Josefa, de 11 y 8 años, “escondiendo armas en sillas con doble fondo y en cestas de lavandería que llevaban a Figueres” .

Garbín retratada en un fotomatón Archivo familiar

Floréal es hija de un comandante republicano con el que el 10 de febrero de 1939 cruzó la frontera francesa huyendo de las bombas. Arrojaron sus armas al mar en Cervera de la Marenda y estuvieron separados en diferentes campos de refugiados hasta que los rescató la mujer francesa del militar. “Anita se marchó entonces sola con sus hijos a Bédarieux, trabajó como costurera en una fábrica de uniformes militares, organizó reuniones sindicales con los exiliados españoles y luego se estableció en Béziers”, donde conoció al que sería el amor de su vida, José Lumbreras, comunista y padre de Pepito. “A menudo discutían apasionadamente y las conversaciones subían de tono, pero no trataron de convencerse el uno al otro, cada uno convencido de su buena causa y su buena fe”. Eso sí, cuando ella pronunciaba la palabra religión, él respondía: “Inquisición”.

La antigua miliciana preparando una paella familiar Archivo familiar

La identidad de la protagonista de la icónica fotografía se ha dado a conocer con motivo de la presentación de Antoni Campañà. Icônes Cachées, que se inaugura este viernes en el Pavillon Populaire de Montpelier y tiene como comisarios a Arnau González i Vilalta, Plàcid García-Planas y el nieto del fotógrafo, Toni Monné, los mismos que abrieron por primera vez al público en el MNAC el contenido de aquellas cajas rojas sobre la vida en la retaguardia. “La gran paradoja de esta historia es que la fotografía icónica del anarquismo ibérico español la hizo un fotógrafo católico y la modelo era creyente”, señala García-Planas, que junto a los otros dos comisarios prepara un documental sobre la miliciana.

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